Fiorela Gutiérrez, hija del popular cantante
estuvo de visita en la ciudad de Moyobamba
Moyobamba. Desde muy pequeña, Fiorela Gutiérrez encontró en el arte una forma de vida. No solo heredó la pasión por la música de sus padres, Abelardo Gutiérrez, Tongo, y Gladys Lupinta, sino que también exploró otras ramas creativas hasta convertirse en una artista integral. Hoy es cantante, pintora, actriz, escritora, poeta y columnista, siempre con el mismo motor el legado familiar y, en especial, el recuerdo de su padre. “Crecí rodeada de música. Mi abuela fue cantante, mi abuelo profesor, mi mamá y mi papá eran cantantes. Era imposible no enamorarme del arte”, confiesa.
Aunque toda su familia influyó en su camino, Fiorela reconoce que fue Tongo quien marcó de manera decisiva su vocación. Entre sus recuerdos más valiosos está la primera vez que su padre la llevó a un escenario. “Yo no sabía qué hacer y él me dijo que solo moviera la boca como si cantara. Así me enseñó a perder el miedo al público”, relata con ternura. Fiorela ha encontrado en cada disciplina artística un espacio para rendirle homenaje. En su libro Florencia escribió el poema “Ojos grandes”, inspirado en su padre, y también ha compuesto dos canciones dedicadas a él. Además, a través de la pintura y la poesía, ha explorado sus emociones, manteniendo vivo ese lazo que la une con Tongo. “Le prometí que continuaría con su nombre y con su carrera. Cuando la gente me dice que me parezco a él, siento que es una forma de que siga conmigo”, afirma.
Para Fiorela, su vida artística no es solo un proyecto personal, sino un compromiso con la memoria de su padre. “Mi carrera es una forma de honrar lo que él comenzó. Siempre siento que está orgulloso de mí y por eso llevaré sus canciones, sus enseñanzas y su ejemplo a donde vaya”, concluye. (Jackelin Vela)